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El Conquistador - Acusación de Plagio - Unplugged 53

viernes, 21 de septiembre de 2007

Además de los comentarios y el análisis que hicimos sobre esta novela en el Unplugged 53, más las correcciones históricas que también formulamos, El Conquistador de Federico Andahazi ha sido acusada de plagio.
Bah, el que fue acusado de copión es Andahazi, muejejéi...
Aquí un artículo que encontramos en la web:


Los indios siguen cabreros

Unos meses después, cuando los blogs pasaban veloces a otros temas, la palabra plagio volvió a resonar en ciertos círculos mediáticos y literarios. Pero esta vez era prácticamente un rumor, un secreto en voz baja. Se trató del caso de Federico Andahazi y su novela El conquistador, ganadora del Premio Planeta 2006. La novela narra la historia de un indígena mexicano que viaja a Europa antes del primer desembarco de Colón en estas tierras. La acusación llegó directamente de Agustín Cuzzani hijo, que vio similitudes entre la novela de Andahazi y la obra teatral de su padre Los indios estaban cabreros. La acusación todavía está en estado embrionario pero a El conquistador no le revocaron el premio.
En El conquistador no hay plagio textual. La familia Cuzzani lo acusa de haber copiado la idea general, de disfrazarla, pero manteniendo dos o tres pilares temáticos fuertes (en concreto: ambas obras empiezan en un mercado; en ambas obras el mexica se junta con Colón y con Isabel la Católica; ambos protagonistas terminan encerrados).
La acusación de plagio a El conquistador quedó encallada en un ida y vuelta de acusaciones y defensas. Incluso, el caso viró a una trama vagamente policial. Andahazi asegura no haber recibido ningún tipo de citación judicial, desconocer completamente la causa, mientras que Agustín Cuzzani afirma haber visto a Andahazi y a su abogado en un encuentro de tono no muy cordial. En fin. En sendas charlas con Radar, hablaron del asunto. Cuzzani: “Un día mi mujer, leyendo el diario a la mañana, se encuentra con la nota que le hacen a Andahazi respecto de su nuevo trabajo, El conquistador, y me grita: ‘¡Acaban de copiar la obra de tu padre!’. Leo de qué se trata y me queda un sabor amargo en la boca. Compro la obra, la leo, y me encuentro con que hay una cantidad de puntos de contacto, algunos muy directos. Entonces investigo, me contacto con una perito, hace una pericia, y da que hay plagio”. Andahazi: “No se puede plagiar lo que se desconoce. No vi la obra de teatro y no la leí”, y se encarga de diferenciar el suyo de otros casos: “Si vamos a los casos de supuesto plagio de los últimos tiempos, por ejemplo Bucay... hay 60 páginas textuales. Si vamos a lo de La Nación, hay 40 páginas textuales. En el caso de La Nación lo descubrió un pibe. Cuando premiaron una obra plagiada de Papini, no lo descubrió un descendiente de Papini, fue también un lector. Me resulta sospechoso. Tenemos un antecedente claro. Es el juicio de plagio a Dan Brown, que en dos instancias fue sobreseído, y el chiste costó cuatro millones de euros”.
El supuesto plagio de Andahazi tocaría con una línea de apropiación mucho menos explícita que la del plagio textual. Según el peritaje al que se refería Cuzzani, habría “copresencia de ideas y personajes”. Es difícil marcar el límite en donde la literatura se lee desde lo textual o se lee desde lo legal. En el caso de la novela de Andahazi no se habló de intertextualidad, no se mencionó a Bajtin, ni se pensó la apropiación como un recurso inmanentemente literario. Alguien denunció, otro negó, y punto. El caso se internó en el bosque de lo judicial. Algunos leyeron en ese silencio cierta reticencia de la crítica especializada hacia el autor de El anatomista.
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